Se me ha venido hoy a la cabeza el conocido dicho de "ojos que no ven, corazón que no siente". Como esas conversaciones que empiezan por lo bonitos que son tus vaqueros nuevos y acaban en el análisis mas profundo sobre la funcionalidad de la teletransportación, me he dicho: pero si la mayoría de las cosas no las vemos con los ojos. Recuerdo un día en clase de lengua cuando contaba unos 8 pequeños años. Como me gustaría ser pequeña otra vez y haber mirado con otras partes de mi cuerpo. Bueno, a lo que iba, ese día tan insignificante para la mayoría de nosotros fue para Emilia quizá el más revelador de su existencia; pero ella seria consciente de eso muchos años después. Ahí estábamos las tres, Juana, Emilia y yo leyendo un dichoso poema que a mi me costaba pronunciar como a un gato intentar cojer una pelota que se le escapa continuamente entre sus zarpas; mientras que Emilia lo leía con la soltura de un cuentacuentos. De Juana no tengo recuerdo, nunca destaco en nada durante los años del colegio y era mas bien callada y aburrida. Sin embargo, la tragedia comenzó para Emilia cuando la profesora nos pregunto por el significado de aquellos versos. Mi don para la lectura era simplemente patético, pero debido a mi espíritu apasionado y soñador desde que era muy chiquita entendía muy bien de sentimientos y emociones; pero Emilia...pobre Emilia. Su cara si que era un poema. Ahora admiro su valentía y su sinceridad presa por su ignorancia. Con su voz suave y clara contesto que no entendía nada. Así de claro: no comprendía una misera palabra de aquel poema. La profesora muy extrañada le dijo: "bueno, di lo primero que se te ocurra", pensando que Emilia estaba haciendo uso de su timidez y no de su inteligencia. Entonces Emilia cambio la cara y sin apartar los ojos del poema soltó: "blanco, azul rojo verde, negro gris". Aquello hizo explotar una bomba de risas y carcajadas entre todo los pequeños diablillos que no teníamos ni idea de nada y Emilia intento pasar lo más desapercibida posible el resto de su vida escolar, sufriendo grandes problemas de comprensión que nadie parecía entender.
Años mas tarde me encontré con Emilia en la facultad de Bellas Artes. Una vez mas Emilia tenia el don de la expresión en cada cuadro que pintaba y yo seguía siendo pasión y sentimiento sin encontrar el vehículo para sacarlo al mundo exterior. Entones un día, me contó su secreto.
"Soy sinestésica" me dijo después de un largo silencio mientras veíamos una exposición de Rodin. "No veo letras, ni palabras, veo colores". Simplemente me sentí la persona mas falaz del mundo. ¿Pero como coño iba a expresar yo algo si no veía una puta mierda de lo que tenia delante? Tenia que fijarme en lo que yo veía con mi estomago y capturar el resultado de esas conexiones. Para Emilia, las palabras, las letras, las frases tenían color, cada concepto tenia un color que a la vez significaba una emoción distinta de otra. Ella solo tenia que esperar a que se conectaran y todo cobrara sentido. Era francamente asombrosa. Me contó lo mal que lo paso hasta que se dio cuenta de lo que era por una amiga que estudiaba neuropsicología y pudo aprender a controlarlo hasta los limites.
Después de esto me interesé mucho por el cerebro humano, las conexiones neuronales, las lesiones y sus consecuencias, etc. Leí el caso de un hombre que confundió a su mujer con un sombrero. La confundió de verdad, no veía a una persona humana delante suyo, solo su sombrero y el quería ponérselo. No me quiero imaginar como debió sentirse cuando al deslizar sus dedos por el ala de aquel objeto, se topo con las pequeñas y suaves orejas de su esposa que le miraba con una comprensión que solo el amor hace posible.
Casos, dramáticos unos, curiosos otros, hay miles. Mi caso es que veo con el estómago. No veo como lo hacen los ojos, si no como lo hace Emilia o el señor del sombrero. Percibo con el estómago, lo siento todo ahí. Y soy capaz de darme cuenta de cosas que ni adivinaría con solo mirarlas. Porque las cosas hay que sentirlas para conocerlas. No hay acción que no vaya acompañada de una emoción. Al menos eso he aprendido yo. Da igual creer que "ojos que ven, corazón que no siente", porque no todo lo ven los ojos y no es el corazón el encargado de digerir las emociones.
Onzas y Estocolmo
Hace 7 meses